La herradura de la buena suerte, su significado e historia

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Una de las supersticiones más antiguas y adoptada por muchas culturas a través de los tiempos, la herradura detrás o sobre las puertas, una tradición con una historia que le brindo la fuerza necesaria para trascender el tiempo y las culturas, conozcámosla.

La creencia sobre esta superstición tendría su origen en Italia, donde se le atribuía a las herraduras la capacidad mágica de atraer la suerte, contando con 7 agujeros, que se relacionan con el trasfondo esotérico que envuelve a este numero, por ejemplo; los 7 días bíblicos de la creación, las 7 vidas de un gato; los siete los colores del arco iris y los pecados capitales, las

7 maravillas del mundo, las 7 notas musicales, los 7 mares, los 7 chakras del hinduismo y muchas mas relaciones.

La herradura en si tiene la forma de una puerta o portal, a la que se suman sus 7 aujeros o chakras que la rodean, que la transforman en un portal celestial, que al ser clavada o colgada en una puerta, permitiría la entrada al hogar de las energías celestiales o divinas, para que inundaran el lugar evitando la entrada de energías negativas o de la maldad al seno del hábitat.

Otro enfoque sobre este símbolo es específicamente el relacionado al animal que la utiliza, ya que el caballo representa la fuerza y la nobleza en todas las culturas, siendo el animal que permitió el desarrollo de la civilización, pasando desde el arado de los campos hasta la unión de las distancias, así como el desarrollo de las guerras.

La herradura cuando se da vuelta con su lado abierto hacia la derecha se transforma en la letra C o la inicial de Cristo.

Una antigua leyenda atribuye a San Dunstan haberle otorgado al símbolo de la herradura, el poder especial de rechazar el mal y por ello debía ser colgada sobre la puerta de una casa. Dunstan era un herrero profesional que llegó a ser arzobispo de Canterbury en el año 959, cuenta la historia que este herrero recibió un día la visita de un hombre, que le pidió unas herraduras para sus pies, unos pies con forma de pezuñas.

Porsupuest que Dunstan en momento se dio cuenta de que se trataba nada menos que de belcebu o Satanás, el herrero astutamente le explicó al diablo que para poder llevar a cabo la tarea, era necesario encadenarlo a la pared. Satán aceptó y Dunstan realizó su trabajo de forma tan dolorosa al punto que el propio Diablo pidió misericordia, momento en el que juró que si se las sacaba iba respetar ese símbolo alejándose de él donde lo viera.

En función de esta promesa el Dunstan trasmitió el conocimiento recomendando ya como santo de la iglesia el uso de herraduras en los hogares, colcadas sobre las puertas para que mantenga al diablo alejado de los hogares. La recomendación incluia que el extremo abierto o las puntas de la herradura deberían dirigierse al cielo, para capten la energía divina y potencien su efecto auyentador sobre el demonio.

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